Un mecanismo que se aplica buco cuando haces aaaart es repetir una cosa para convertirla en otra cosa. Repitiéndola puedes amplificarla, distorsionarla, descontextualizarla, abstraerla, redefinirla y/o deconstruirla. Agarras algo –un tablero de dardos, un cono, una foto tipo dealante.com de unas nalgas generosas envueltas en spandex bien apretado, una bola de playa, una palabra, lo que sea– y lo repites y repites y vuelves a repetir. Llena un cuarto de conos anaranjados, forra una pared de treinta metros de largo por ocho metros de alto con tableros de dardos, acumula mil doscientas fotos de personas bizcas de todas partes del mundo, y ponte a ver qué pasa. Puede que termines con una obra final, o por lo menos con la semillita de una pieza que con amor, dedicación y buena mano germinará y dará frutos.

La repetición es un buen mecanismo para generar poesía, pa inventar o re-inventar vainas. De pelaíto descubrí que si repites palabras lo suficiente, se transforman; dejas de reconocerlas de tanto repetirlas, y empiezan a vaciarse de significado, a convertirse en otras palabras de otro idioma, o una lengua de un mundo imaginado. Mi favorita siempre ha sido “Jala la palanca.” No me preguntes por qué, pero una vez me puse a repetir esa vaina, y también me puse a jugar un poco con la inflexión, el ritmo, la cadencia y el volumen de mi voz. “Jala la palanca.” terminó convirtiéndose en ¡JÁLALA PALÁN CA! Fue mágico. De un instante a otro quedé por ahí vociferando una frase en el idioma de un país africano inventao. ¡JÁLALA PALÁN CA! ¡JÁLALA PALÁN CA! Quizás muchos estén pensando “Este man es bien rarito.”, pero apuesto que durante el transcurso de sus vidas unos cuantos de ustedes también descubrieron las pifias que se pueden hacer repitiendo las palabras, y han quedado secretamente entretenidos balbuceando algún mantra personal una y otra vez. Sé que no estoy solo. Me consta.

La vaina es que una manera de experimentar con el arte es hacer eso mismo con los objetos, las imágenes, los sonidos, las acciones, you name it. Aplícales el ¡JÁLALA PALÁN CA! Repítelos de alguna manera, para ver qué pasa. Te podrías topar con un momento ¡EUREKA! que en buen dialecto oblongo se dice ¡JÁLALA PALÁN CA! El momento ¡EUREKA!, cuando se te prende el bombillo, y te invade la sensación única que te da descubrir algo. Una euforia crujiente que sientes cuando ves algo por primera vez y simultáneamente caes en cuenta que siempre estuvo allí, o mejor aún, que solo está allí porque tú lo estás viendo. Esos momentos son claves. Para poder resucitar metáforas muertas, para poder coger media docena de clichés y armar una cometa que vuela con viento propio, para poder inventar vainas, tienes que saber vivir el filin ese que te da descubrir algo. Ahí está toda la cuestión. Experimentar, explorar, imaginar, descubrir, crear, destruir y volver a crear, jugar, inventar, todo eso implica volver a ser pelaíto, cuando estabas fresco y curioso, y te maravillabas constantemente. Eso es jalar la palanca.

Volviendo al tema, hay muchos otros mecanismos disponibles para generar arte experimental, pero la repetición es uno de los más sencillos y eficaces. No sé si lo habrán notado, pero yo lo utilizo a menudo. En esta muestra es bastante obvio. Rantan de circulitos, por ejemplo. Una colección de fotos de mí faranduleando y coqueteando con carteras en la cabeza. Una serie de imágenes de mis carnés de residencia panameña y otros documentos afines. La repetición funciona. Es una buena herramienta. Repites vainas, coleccionas chécheres, juegas con ellos, los ordenas así, los colocas asá, y si estás prestando atención, comienzas a notar cosas. Se abren puertas, se forman redes, surgen patrones, se exageran rasgos. Se van dibujando los planos de una vaina que quieres crear a pesar de que jamás existió, a pesar de que no se sabe si va servir, y de que sí sirve, jamás se va saber muy bien para qué. Igual quieres crear la vaina, solo porque te gusta andar inventando. Necesitas andar inventando. Y para poder inventar tienes que saber revivir el momento ¡EUREKA!

No sé si es coincidencia, pero ¡EUREKA! se parece a otra palabra griega, heuriskein, que significa “encontrar”. Iniciando el siglo XIX, alguien que seguramente estaba versado en griego clásico inventó la heurística.

heurístico, ca
Arte de inventar o descubrir. ej.,”La investigación científica necesita de la heurística.”
adj. De la heurística o relativo a ella: método heurístico.
adj. Que le permite a la gente descubrir o aprender algo por sí solos.

Heurística. Mansa palabra. Me permite resumir una buena parte de lo que acabo de escribir en una sola oración:

La repetición es un mecanismo heurístico para hacer arte.

Para cerrar, una observación final: en el arte, en la ciencia, en la cocina, en el amor, en la vida misma, hay algo que por experiencia sé que no es tan bueno repetir: los errores. Está bien equivocarse una vez, dos y quizás hasta tres o cuatro veces. Pero si ya lo haces ciegamente, sin poder realmente aprender de ellos, estás hasta la verga. Los psiquiatras tienen un término específico para esa loquera que le da a la gente que no puede dejar de repetir los mismos errores una y otra vez, a pesar de que ya saben que se la están cagando magistralmente. Lo llaman compulsión a la repetición. Confieso que esta muestra también se trata de este tipo de repetición, pero con eso los dejo. Suficiente. Tampoco se los quiero dejar todo tan masticadito. Lo nítido es que ustedes también jalen la palanca.

–Jonathan Harker